Siempre he pensado en la taza de café o té como pasaporte a un estado único: su tíntineo es una de las músicas más celestiales. Hace poco descubrí en Cahiers que en Deux ou trois choses que je sais d’elle, uno de esos experimentos de Jean-Luc Godard – que en estos días se ha convertido en octogenario-, hay una secuencia en la que vemos como el café removido puede formar un pequeño universo en movimiento. En sus espirales te puedes perder definitivamente…
Café y cine siempre maridan bien. Godard y otros ilustres paisanos como Eustache o Rohmer lo sabían, amén de los norteamericanos, que lo siguen utilizando como excusa para cualquier diálogo, y si no que se lo pregunten a Scorsese, Tarantino o al bueno de Jim Jarmusch, que le dedicó toda una serie de cortos acompañados de los extintos cigarrillos… aunque creo que los cafés más inquietantes de la historia del cine se los tomaban en "La invasión de los ladrones de cuerpos" para no dormir y caer en las garras de los extraterrestres. Enhorabuena por el blog y feliz desvelo.
Muchas gracias por tu comentario y por las geniales referencias. La verdad es que la taza de café con leche o el té me traen buenos recuerdos de cuando me tenía que concentrar para estudíar en el silencio de la madrugada o la noche avanzada y a pesar del esfuerzo me sentía muy viva y con ganas de escribir sobre cualquier cosa. Me apunto tu interesante blog para la lista.
Un abrazo!