El resultado final quizá no justifique toda la polvareda que este mockumentary sobre el supuesto año perdido de Joaquin Phoenix ha levantado: hay mucho de aquí te pillo, aquí te mato. Y lo que es más importante: si se sabe demasiado de toda la pantomima, pierde parte del encanto. Pero hay que reconocerle unos cuantos méritos. Por aquello de ir al grano, aquí va la lista de razones para pagar la entrada para contemplar este experimento único dentro de la historia del cine.
1. Que os guste Joaquin Phoenix y su impronta introspectiva redondeada con esa postura caparazón que nos habla de una niñez complicada.
2. Que no os guste Joaquin Phoenix y por ello queráis reíros de él a costa de la ocurrencia.
3. Que queráis reíros de lo lindo de los medios sensacionalistas y sus posturas depredadoras ante lo, llamémosle, raro. Han probado de su misma medicina.
4. Que os caiga bien Casey Affleck, que es quien dirige. Un grandísimo actor, por otra parte.
5. Que os apetezca asistir a dos encuentros gloriosos: uno con Ben Stiller a costa de su encasillamiento, y otro, el mejor, con Sean ‘P. Diddy’ Combs. Impagable.
6. Que no os guste el hip-hop y su idiosincrasia. Los intentos del actor de dominar el arte son geniales.

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