Siempre que pienso en Joaquin Phoenix, me imagino un grupo de psicólogos rifándose su caso. Los directores de cine, muy cercanos a la analítica profesión, parece que también. Todd Philips lo tuvo claro al darle el papel de Joker y el pasaporte claro al Oscar.
James Gray le adora, y James Gray es adorable. Two Lovers es una auténtica maravilla en la que se debate entre dos amores y el más difícil quiere llevarse otra vez el gato al agua. Pero no perdamos de vista su intensidad en La noche es nuestra o La otra cara del crimen. Corred a verlas sin falta. Paul Thomas Anderson, deseoso de trabajar con él, le dio un gran papel en The Master; y Shyamalan, otro que tal baila, también le ha dado trabajo, pero no en sus mejores títulos: Señales y El bosque.
La prensa también le adora, aunque a su manera. Sus problemas con el alcohol, sus comentarios a bocajarro y morbos varios con el eterno tema de la muerte de su hermano (los locos de la metagenealogía no le perdonamos que su hijo se llame River) , son carne de papel y bits. Por eso se montó ese mockumentary sobre su supuesto año perdido y no se puede hacer otra cosa que reírle las gracias cuando deja en ridículo a la prensa sensacionalista. Eso y los dos encuentros gloriosos: uno con Ben Stiller a costa de su encasillamiento, y otro, el mejor, con Sean ‘P. Diddy’ Combs, al que demuestra su empeño de dedicarse al hip-hop. Impagable.
Tema Oscar. El actor lo consiguió finalmente con Joker, pero tuvo muchas papeletas de hacerse con él gracias a The Master (pero claro, hay estaba Daniel Day Lewis y su imponente Lincoln). Pero el prefiere dar noticias a la prensa. en ese tiempo criticaba los premios diciendo que eran “una zanahoria con el peor sabor que haya probado en toda su vida”. Tuvo que rectificar, que para eso los Wenstein (en esos tiempos intocables) eran muy suyos y nadie les chafaba la campaña : “…conseguir ser nominado ha ayudado probablemente a mi carrera de manera tremenda”. Estuvo nominado por En la cuerda floja, dando vida a Johnny Cash, papel que sí le dio el Globo de Oro. Su papel un tanto pasado de rosca en Gladiator también le coló entre los nominados, pero su Napoleón , también de Ridley Scott, no ha convencido mucho.
La voz. Es un extra más añadir: profunda, doliente y afinada. En la película sobre Cash, él mismo cantó los temas y no lo hizo nada mal.
Rasgos físicos inconfundibles. Esa cicatriz encima de la boca (que no labio leporino, mucho ojo) otorga un significado extra a esas muecas suyas de dolor que tanto nos gustan. Y especialmente llamativo es el tema de sus hombros, tan echados hacia delante que parece querer protegerse a sí mismo –o de sí mismo, nunca se sabe–. ¿Algún especialista en técnica Alexander en la sala?
Animales. Su interpretación en The Master es una animalada en todos los sentidos. Según Anderson, Phoenix preparó el papel viendo vídeos de animales, especialmente sobre su comportamiento cuando están enjaulados. De estos temas ya venía especialmente preparado: vegano convencido, es uno de los buques insignia de la organización PETA y no ha dudado en protagonizar alguna que otra campaña en compañía de su mujer, la bella y etérea Rooney Mara.
Un último apunte. Echad un vistazo a la película Quills, junto a la interpretación de Geoffrey Rush, descubriréis a un Phoenix en estado de gracia. Philip Kaufman hizo un gran trabajo.