Productos como los de la saga Crepúsculo nos tienen tan mal acostumbrados que escuchar en la misma frase los términos “película” y “adolescente”, nos puede hacer huir despavoridos. Las ventajas de ser un marginado viene a poner un poco de orden en este asunto y de paso a invitarnos a recuperar la fe en un cine que tanto puede decir al adulto sobre lo bien o mal que ha evolucionado, sobre todo lo que prometíamos y en qué nos hemos quedado. Stephen Chbosky se estrenó como director adaptando su exitosa novela y consiguiendo una película que contiene una serie de ingredientes que no deben faltar en toda película adolescente que merezca la pena. Allá vamos.
Personajes con muy buen gusto, Al protagonista de esta película le encanta The Clash y devorar buenos libros. A su nuevo amigo, Patrick (talentazo el de Ezra Miller, visto en Tenemos que hablar de Kevin), le da por interpretar al protagonista de The Rocky Horror Picture Show en uno de esas famosas proyecciones-karaoke que Estados Unidos tanto gusta de celebrar. Recordemos películas como la canadiense C.R.A.Z.Y., en la que su protagonista adoraba a Pink Floyd y David Bowie. Todo ello no hace otra cosa que dar quebraderos de cabeza a los productores, siempre soltando pasta para pagar los derechos de películas y canciones con pedigrí: a más pedigrí, más ceros a sumar.
Una buena canción. Sí, esta es prima hermana de la anterior, pero hay que deshilvanar un poco el asunto. Heroes de David Bowie, que sus protagonistas no terminan de identificar se convierte en la protagonista en esta película, pero quién no recuerda Don’t You (Forguet About Me), ese himno de los 80 de Simple Minds al final de El club de los cinco; Cindy Lauper cantando The Goonies ‘R’ Good Enough; El Stand By Me de Ben E. King de la película con el mismo título, en español Cuenta conmigo; o el Twist and Shout en versión de los Beatles en esa gran escena de masas en Todo en un día.
Un profesor receptivo. Aquí es Paul Rudd quien capta el potencial del chico y lo anima a ser escritor: un dos en uno en este tipo de películas. Y si suelta la frase: “Yo era como tú”, ya tenemos Bingo.
Personajes que van por libre (y suelen ser buenos amigos). Siempre hay alguno que va por libre, que se dedica a sus ‘cosas’. La película monumento a este tipo de personajes es Todo en un día para mayor gloria de Matthew Broderick, pero hay otros incluso más despendolados como el Fogell/McLovin en Supersalidos. Aquí es Patrick (Ezra Miller), que aguanta estoico esas típicas y reiteradas bromas de instituto y es a la vez un personaje noble dispuesto a prestar su ayuda o alguno que se apuntaría a un bombardeo. Y es que el que va por libre, también suele ser un buen amigo.
Un amor que se resiste o insospechado– En El club de los cinco asistimos a un clásico: la ‘rarita’ que acaba con el chico popular o deportista. En Bienvenido a la casa de muñecas, también hay algo de eso, aunque amor, lo que se dice amor, se ve poco en las películas de Todd Solondz. En Las ventajas de ser un marginado asistimos a otro clásico: el problema de que quien me gusta no está libre, una de las mejores excusas para dejar que los minutos pasen y haya cosas que contar. En general ella parece ser diferente, pero tiene esos momentos que repatean al protagonista en los que muestra su lado convencional. En Gente corriente, el joven con problemas inadaptado se sorprende de que la chica que le gusta y que parece diferente se ría con una estúpida broma de un grupo de chicos sin mucho cerebro. Aquí ella es Emma Watson y su mirada infalible.
Padres comprensivos. Aunque en el caso que nos ocupa están un tanto desdibujados, se les ve muy por la causa. En la película revelación de Emma Stone, Rumores y Mentiras (Patricia Clarkson y Stanley Tucci) eran tan geniales chirriaban; pero en Juno, por ejemplo, era una gozada ver las escenas de J.K. Simmons y Allison Janney, dos actorazos. En Donnie Darko eran también tremendamente diligentes en las rostros de Mary McDonnell y Holmes Osborne. En este apartado, hasta te puedes encontrar con listas como esta: Los diez mejores padres en películas de adolescentes. Aunque hay excepciones, y los hay de esos que los psicólogos suelen llamar ‘toxicos’, como los de Rebelde sin Causa o Gente Corriente, por ejemplo.
Una gran lección vital. Toda película adolescente dramática tiene una o varias contenidas en una frase de esas que quizá en otro tipo de personajes más creciditos no funcionarían, pero aquí lo hacen a las mil maravillas. “Cuando te haces adulto tu corazón muere”, decía en un momento dado Allison (Ally Sheedy) en El club de los cinco. Aquí hay una maravillosa: “Aceptamos el amor que creemos merecer”.
Una mala traducción de su título. Un gran obstáculo a la hora de hablar de cine con tus amigos extranjeros. Aquí es The Perks of Being a Wallflower, traducido al español con motivo de la publicación del libro como Las ventajas de ser invisible, mucho más resultón que el que le ha tocado ahora en gracia a la cinta. También es cierto que algunos se antojan difíciles de traducir, como por ejemplo Easy A (A fácil), que es un doble juego que hace referencia a la A de adúltera con la que se marca a la heroína de Nathaniel Hawthorne en La letra escarlata y juega con la A con la que se valora un buen examen. Pero eso no quiere decir que se quede en la ‘sosez’ de Rumores y Mentiras.
Otra vertiente es hinchar un poco el título y darle más intención, transformando Superbad (Supermalos) en Supersalidos. Otro clásico, quizá no tan conocido en España, pero con la firma de Richard Linklater (Antes del amanecer y siguientes): Dazed and Confused (Aturdido y confuso), que se transformó en Movida del 76; The Breakfast Club (El club del desayuno) en El club de los cinco; Ferris Bueller’s Day Off (El día libre de Ferris Bueller) Todo en un día; y así otros tantos ejemplos.
Recomendación del acomodador:
“Ante tal colección de excusas”, me dice “para hablar de un cine tan insulso” me pide que incluya esta semana cuatro películas que hay que ver antes de llegar a la edad adulta (aun reconociendo que hay dos que he mencionado que le gustan: Rebelde sin causa y Gente corriente). Matar a un Ruiseñor y ¡Qué verde era mi valle!, que “muestran de cómo la mirada de un niño madura”. Al este del Edén, “viendo la relación de James Dean y Julie Harris, aprendes mucho de la vida”; y Esplendor en la hierba, “sobre los dolores de una sociedad asfixiante y destructiva en una pareja muy enamorada”. Pues ahí queda eso.