Desempolvad vuestro DVD de Atrapado en el tiempo y encontrad un huequito en vuestras vidas para recibir su sabiduría. Hoy es el día de la marmota. El día en el que la pequeña localidad de Punxsutawney, en el estado de Pennsylvania, celebra un curioso acontecimiento. Gracias a una marmota llamada Phil predicen la duración del invierno. Vamos, que ni Maldonado en sus mejores tiempos tuvo semejante rival.
En esa jornada, la vida de nuestro héroe cambiará para siempre. Phil, que así se llama el inolvidable personaje interpretado por Bill Murray, dejará de ser un televisivo meteorólogo un tanto cínico, para convertirse en un ser generoso que empieza a darse cuenta del valor de los detalles.
Todo en un solo día. El 2 de febrero. El día de la marmota. Una jornada que empezará una y otra vez con el sonido de la canción de Sonny and Cher I Got You Babe que sale de su radio despertador cuando marca las seis. Una repetición en un principio desesperante, pero finalmente muy indicada para esas cosas que siempre quiso hacer y nunca tuvo tiempo. Aprender a tocar el piano, a salvar a un atragantado gracias a la maniobra de Heimlich, esculpir en hielo, saberse las vidas de todos los habitantes del pueblo a los que tanto rechazaba al principio y, sobre todo, conquistar a la mujer de sus sueños –una encantadora Andy McDowell– de muy diferentes maneras.
Phil despierta y empieza a sacarle jugo a la vida. La marmota sale de su agujero y empieza a ser feliz. También a descubrir que, por mucho tiempo y previsión que se tenga, hay muchas cosas que no se pueden solucionar. Como cuando quiere salvar de la muerte a un anciano que vive en la calle. Lo intentará una y otra vez, pero tendrá que enfrentarse a la evidencia de que, como le dirá una enfermera, “ya era su momento”. La vida es así.
Fantasías como la contenida en esta cinta dirigida por Harold Ramis nunca desvelaron tantas verdades vitales. Momentos inolvidables que nos hacen disfrutar sobremanera. La panacea de los que siempre quisieron tener segundas oportunidades para arreglar las cosas, de los que siempre pensaron, como aquí he comentado alguna que otra vez, que la felicidad se asienta en un mecanismo de repetición.
Bill Murray no consiguió el Oscar. Ni siquiera fue nominado. Tampoco la película. Pero para muchos es una de las mejores de la historia del cine. Para mí también, o, por lo menos, una de las que más disfruto. Hoy cumpliré con el rito de volver a verla, para, como Phil, volver a disfrutar de nuevo de esas pequeñas cosas que me hacen feliz. La marmota quiere despertar otra vez.
Afortunadamente, la marmota es yanqui, porque si asoma el hocico en Europa, habría mucho frío por delante.
A Bill Murray le pesaron sus papeles iniciales más cómicos y sólo después de mucho tiempo se le ha reconocido como uno de los grandes del cine americano. Claro, como no hace imitaciones… Para mí, el actor vivo que más dice con menos aspavientos (otra costumbre que le aleja del Óscar).