Me habéis pillado yendo más allá del bien y del mal. El tema me supera, me fascina, me obnubila. Y para desesperación del acomodador, siempre encargado de ponerme los pies en la tierra, me ha dado otra vez por el meta-artículo.
Ante todo no quería hablar mucho de una película que hay que ver sí o sí. Tras Antes del amanecer y Antes del atardecer, Richard Linklater, Ethan Hawke y Julie Delpy lo han vuelto hacer. Una maravilla, vamos, pero de la que me niego a dar muchos detalles, por más que ese tráiler muy malintencionado circule por ahí rompiendo ilusiones.
Lo que está claro es que si hay una tercera película hay resolución a uno de los más deliciosos finales abiertos del cine reciente, el de Antes del atardecer, con su jugueteo con la música de Nina Simone y su tierna tensión. Su protagonista masculino, Jesse, posiblemente perdió ese avión que le esperaba desde París a Estados Unidos: Celine le llevó irremediablemente a hacer uno de esos” viajes al fin de la noche”.
Pero no perdamos la meta meta de este artículo y comencemos. La visión de la tercera parte de esta historia de amor, que enfrenta a los personajes a la realidad de una relación amorosa y se aleja del terreno del qué pasaría sí, sugería varias opciones de ‘abordaje’
- Proponer un test de conocimientos de los dos personajes o sobre a cuál de los dos personajes te pareces más. Evitaría cosas evidentes, como que la primera película se desarrolla en Viena, la segunda en París. Sería algo más específico: ¿Cómo consiguen la botella de vino que beben juntos? ¿Cuándo decide Celine que pasará la noche con Jesse? ¿Qué canción suena al final de Antes del atardecer? ¿A qué se dedica el novio de Celine? ¿Por qué Celine no acude a la cita que habían acordado? Todo muy indicado para motivarse a hacer un nuevo visionado de ambas cintas antes de acudir al cine a por tan jugosa ración final, o ¿habrá una más dentro de unos años.
- Cometería el atrevimiento de hacer una pequeña biografía (la que tanto ayuda a la configuración de los personajes antes del libreto) de cada uno de ellos a raíz de los datos que ya conocemos gracias a las películas (esas conversaciones sobre la reencarnación, sobre dejarlo todo y dedicarse a la meditación, sobre las parejas y su eterna insatisfacción), incluyendo música, libros y cine que les pudiese gustar. O mejor Todavía: idearía cuáles podrían ser sus contestaciones a un cuestionario Proust.
3. Apropiado para la ocasión también sería imaginarme una carta nunca enviada del uno al otro tras su encuentro en Viena y tras el fallido segundo intento. Todo ello no haría otra cosa que restarle magia a lo que hace tan especial su historia: lo que no se dice, lo que se sugiere por medio de sus interpretaciones: esos pequeños gestos, ese magnetismo irresistible.
4. Habría disfrutado mucho realizando una encuesta exhaustiva de cuántas personas han hecho la escena del teléfono con alguien que les gustaba, para mostrar lo que no se atreven a decirle directamente, por aquello de seguir con el jugueteo sentimental. O simplemente para sincerarse con alguien y simplificar las cosas. Algo muy recomendable. Lo digo porque conozco a alguna persona que lo ha hecho, no por otra cosa…
5. Haría uno de esos actos de pisuerguismo que tanto me gustan para hablar de amor y trenes. Empezando por Breve encuentro hasta llegar a los protagonistas de Olvídate de mí, haciendo una clasificación exhaustiva de las que se centran en despedidas junto a las vías del tren, conversaciones en las cafeterías de la estación, historias que empiezan dentro del tren, como en la película inaugural de esta trilogía, que, en palabras de Ethan Hawke, es la “menos ‘bruta’ de la historia del cine”.
6. Tirando del número tres, me centraría en la palabra trío para hacer dobles juegos que llevasen a muchos clicks y unas cuantas ‘exspectatio‘ interruptus. El director y los dos actores han escrito conjuntamente y configurado estas historias y la complicidad rezuma a través de los fotogramas. Además, como es la tercera parte, podría también transitar el camino de “terceras partes sí fueron buenas” en alguna ocasión.
Dicho todo esto, que no son más que excusas -como siempre-, emplazados quedáis para acudir al cine con alborozo. Pero cuando estéis allí, no os olvidéis de un pequeño detalle que nuestros amados protagonistas os recuerdan.