Ando un poco desincronizada con los estrenos cinematográficos, de ahí que ahora me dedique a escribir tan solo unas palabras sobre la última película de Alexander Payne: Nebraska.
La historia son realmente cuatro líneas de nada: un anciano que cree haber ganado un millón de dólares emprende con la ayuda de su hijo, que sabe del sinsentido de su empeño, un viaje para recibir tan cuantiosa suma.
Por supuesto, lo importante no será el resultado final de su pequeña última aventura, sino lo que vaya pasando durante su transcurso. Es un periplo que convierte al hijo en testigo de diferentes hechos del pasado de su progenitor, alcohólico y poco dedicado a su familia.
La grandeza de Nebraska está en sus pequeños detalles:
1. Los personajes pueden ser un tanto patéticos, pero están tratados con un cariño apabullante. Es algo que me encandila (y que me hace odiar por momentos a directores que juegan a la contra, como Michael Haneke o Lars von Trier). La dignidad con la que el hijo trata a su padre es el paradigma de lo que el director desarrolla con el resto de seres que habitan este relato.
2. En muchas escenas no se habla apenas pero se dice tanto. El momento
de la reunión familiar y el monotema automobilístico es verdaderamente
genial.
3. Con pequeñas pinceladas se traza un fresco de la situación de la Norteamérica obrera y deprimida, esa que solo, y vuelvo al punto anterior, sabe hablar de coches.
4. Fantástica es también la plasmación del salto generacional que se da entre progenitor y vástago en esa pequeña conversación acerca del matrimonio y los hijos. Me pongo de pie y solo quiero aplaudir a rabiar.
5. Las pequeñas dosis de humor y ternura que se dan mientras el hijo, cómplice del espectador en la pantalla, va descubriendo el pasado de su padre a través de varias personas de su localidad natal, Hawthorne.
6. Por último, la puesta en escena es brillante, con tan solo pequeños momentos de debilidad (en la primera aparición de la madre), quizá para no estilizar demasiado lo que ya de por sí el soberbio blanco y negro y los encuadres logran.
Termina la película y pienso: “OK, una historia sencilla bien contada”. La reposo en mi cabeza y me doy cuenta de que tengo que escribir aunque sea estas pequeñas líneas, que se lo debo. Eso es que hay algo más que quizá tú también encuentres si te animas a verla.
Es de lejos la película que más me ha gustado en lo que llevamos de año. Trata los mismos temas que la anterior y que la anterior…pero aquí le veo a Payne realmente inspirado. Hay quien ha hablado del Quijote…y puede que algo exista…aunque yo veía una y otra vez ecos muy dignos del rey Lear. Un placer leerte. Un abrazo