Nos hemos despertado con la noticia de su desaparición, algo que su avanzada edad ya venía anunciando, y no he podido resistir la tentación de escribir algo del que considero uno de los compositores para cine con más capacidad para transitar los senderos de la épica y el intimismo y salir indemne.
Recuerdo con especial cariño disfrutar en vinilo una banda sonora que quizá no sea de las más recordadas de su carrera: Bailando con lobos. En ella precisamente demostraba esa destreza en los extremos: desde el delicado juego con flautas dulces y cuerda en el encuentro con un lobo, a su rendición al viento metal en el fragor de la lucha.
A pesar de que su banda sonora insignia, Memorias de África, me empalaga -a veces le ocurría: le podía el romanticismo-, no hay que dejar de revisar las músicas de Cowboy de Medianoche, Fuego en el cuerpo, Robin y Marian, Cotton Club o Nacida libre. La atmosfera de cada una de esas cintas está en esas melodías en un alto porcentaje. Y, por supuesto, no hay que olvidar su genio dando un poco de chicha sentimental al donjuanesco James Bond.
Desde aquí este pequeño homenaje al gran creador que supo demostrar la importancia de la música a la hora de hacer que una historia calara en el espectador. Descanse en paz.
Uno de los mejores compositores de bandas sonoras, a mi parecer… Las películas en las que aparece su música no hubieran sido lo que son sin esas melodías.
Pues sí, básicamente porque le tocó poner música a muchas películas discutibles.
Un abrazo y gracias por tu comentario.