Acudes al cine pensando que estás ante el último vástago del cine independiente de Sundance, aquel que te hace bucear en las miserias de la profundidad norteamericana, y te llevas una sorpresa mayúscula.
Winter’s Bone tiene mucho de cine negro gracias a una protagonista como la joven de 17 años a la que interpreta tan fantásticamente Jennifer Lawrence, ejerciendo de detective incómoda a la búsqueda de su padre. También de realismo sucio: exponer la forma de vida en un deprimente medio rural a base de cocinar droga y trapichear con ella. Todo ello sin perder un aura poética nada efectista. Todo medido, todo muy sincero. Con un clímax brutal y un final que pone las cosas en su sitio fantásticamente. No os la perdais.