Al contar la emigración a Suiza vivida en primera persona en Un franco, catorce pesetas, Carlos Iglesias supo calar en un público español sumergido en el fenómeno contrario: el de ejercer ahora como país de acogida. Empeñado en seguir rascando en el pasado, estrena esta semana Ispansi (Españoles), un acercamiento a las vivencias de aquellos que durante la Guerra Civil huyeron a la entonces Unión Soviética. Muchos de ellos son los llamados “niños de la guerra”, huérfanos que tenían difícil su supervivencia en tan desolador panorama; otros, adultos que les acompañaron o que huyeron del país en el que sus ideas políticas les convertían en enemigos públicos del nuevo orden impuesto.
Se ha de reconocer que la narración de este viaje épico se presentaba demasiado ambiciosa para una cinta de presupuesto modesto: rodaje en exteriores con mucha nieve, con grandes vagones de la época, muchos escenarios. El principio, no obstante, parece saber sortear los obstáculos. Iglesias resuelve bastante bien la falta de recursos recurriendo a sugerir más que mostrar, incluso sorprende la naturalidad que muestran los personajes en la presentación.
Pero son destellos que pronto se apagan. A medida que avanza el metraje el relato se vuelve muy improvisado y carente de fuerza y emoción. Aparecen los defectos de Iglesias como realizador y guionista, su falta de concreción y personalidad, sus descuidos con los personajes secundarios… todo ello sumado a una fotografía que solo funciona en las escenas en la nieve. Los problemas se hacen especialmente patentes en la historia de amor: desde la torpeza en la muestra del deseo del protagonista, pasando por la confusa evolución de los sentimientos de ella -el trabajo de Esther Regina es muy discutible, quizá mal orientado- y la muy forzada escena en la que todo se materializa.
Ispansi es, por tanto, un ejercicio de memoria que intenta poner un granito de arena en el acercamiento de las dos Españas. No busquen un trabajo cinematográfico en toda regla, porque no lo van a encontrar. No hay mucho más que buenas intenciones.
Artículo publicado en zonaretiro.com

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