“La gente piensa que me paso la vida sentada en un sillón Luis XV, tomando té”. Pues sí, cuando se tiene en mente a Catherine Deneuve, lo último que se puede imaginar es que pase gran parte del día en chándal. Pero así es como una de las musas de directores como Truffaut, Buñuel o Demy, la más gélida rubia del cine europeo, aparece en Potiche, la nueva cinta de François Ozon. Después de trabajar con él en 8 mujeres, la actriz se convierte aquí en una mujer florero (potiche, en francés) de un misógino e malhumorado directivo de una fábrica en el contexto de unos socialmente movidos años 70.
Adoptando las formas de aquella época -fragmentación de la pantalla en varias, cortinillas especiales, e incluso un tono añejo en la fotografía-, Ozon construye una comedia ácida realizada para el lucimiento de la actriz en la que se pone de manifiesto la postura secundaria de la mujer en la sociedad, destinada a jugar un papel secundario en la toma de decisiones empresariales o a soportar los cuernos de su marido con cara de no saber nada. Parece ser el tema principal, pero se pierde por unas tramas secundarias en las que el director parece empeñado a jugar con un estilismo muy añejo: la forma no termina de acompañar, en muchos momentos, el fondo; y al final surge la pregunta del por qué de la elección de uno y otro.
La historia tiene encanto, pero no todo el que podría poseer. Es un quiero y no puedo con interrupciones de personajes secundarios poco trabajados -el hijo, por ejemplo-, o con la manera en que se abordan la figura del marido, que resulta excesivamente antipático; o el alcalde de izquierdas, Gerard Depardieu, compartiendo pantalla otra vez con Deneuve. Demasiada ironía a costa de dos estereotipos a los que no sabe dar un poco de jugo: el empresario cruel y el sindicalista luchador.
De esta forma, Potiche, que se estrena esta semana, resulta una buena oportunidad de disfrutar de las virtudes de la actriz, así como de la bofetada de su personaje a una sociedad machista; pero constata que el otrora prometedor Ozon sigue perdiendo fuelle: lejos queda la fuerza de trabajos como 5×2 o Bajo la arena.
Saludos de nuevo María José. Casualidades de la vida hacen que comentemos la misma película, de lo cual me alegro. No se si tu eres más venebolente o yo más cruel, pero lo que si compruebo es que tu acertado comentario de 7 de diciembre de 2010 relativo a la comedia sigue plenamente vigente. Por cierto, y cambiando de tema, yo también creo que la musica de dead can dance tiene mucho que ver con el escalofriante final de la"la niebla" de Frank Darabont. Un afectuoso saludo.
Hola V, pues creo que sí, que estamos bastante de acuerdo con que la película es una 'nadería'. Genial tu completo post dedicado a la cinta.
Muchas gracias por echar un vistazo a otros posts míos y que sepas que tienes una seguidora más.
Un abrazo