Seres capaces de deslumbrar en la puesta en marcha y ejecución de espectáculos, de brillar y hacer que otros lo hagan, pero que tras las bambalinas, en su vida personal, demuestran ser un desastre. Así es el protagonista de esta Tournée que nos lleva de gira con una compañía de nuevo burlesque por tierras francesas, un trabajo por el que Mathieu Amalric recibió el Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes.
El propio Amalric se reserva el papel principal, el productor que trae este espectáculo desde Estados Unidos. Otro de esos maravillosos personajes en fuga que tanto gustan al cine francés; uno de esos seres que intentan poner un poco de orden a las cosas pero se empeñan en equivocarse sin remedio; un nuevo Hamlet a quien también el teatro retrasa sus asuntos pendientes. Un tipo que ya conocemos: como el propio actor reconoce, se inspira en el Cosmo Vitelli de The Killing of a Chinese Bookie, de Cassavetes, cineasta al que se rinde con pasión, más si nos acordamos de esa más esquiva pero efervescente Opening Night.
Tournée es fresca y muy vital, y es la respuesta de calidad al intento de plasmar el mismo mundo de sensualidad más o menos refinada en manos de Cher y Cristina Aguilera. Aquí se cuece todo entre bambalinas, solo asistimos al espectáculo de estas mujeres dignas de Fellini parcialmente. La vida es el verdadero show: con sus problemas de desubicación, de falta de afecto, de búsqueda de seguridad.
Es, además, un doble juego de realidad y ficción, ya que en la base de todo el proyecto hay un director que trata de poner orden en su película a un conjunto de verdaderas actrices de burlesque. Hay mucha improvisación y un juego de contrastes entre, como describe el propio Amalric, “un hombre tenso y unas chicas relajadas”, y si bien a veces no terminen de entenderse ciertos ensimismamientos, ciertas reacciones, el conjunto es delicioso. Un canto a la vida errante del que se nutre de los aplausos y despide ese mismo perfume a madera de los grandes escenarios.